La noche que Bolívar le cantó a Atahualpa Yupanqui

Fue un emotivo recital ideado y organizado por Seba Cayre y Viviana Exertier.
Y la noche del viernes 23 de mayo Yupanqui estuvo presente en el Auditorio de la Biblioteca Rivadavia. ‘Bolívar canta a Yupanqui’ se llamó el recital que organizaron Seba Cayre y Viviana Exertier, con la participación de Jorge ‘Chiqui’ Chávez, María Alzueta, Rafa Doorish, Raúl Chillón, Sandra Santos, Tin de Azevedo, Hernán Moura, Maia Acosta, Hernán Caraballo, Diego Peris y Jorge Godoy (Rubén Exertier no pudo estar presente por unas nanas que está pasando, y tampoco Franco, su hijo).
Luego de oír al propio Yupanqui recitar ‘Destino del canto’ a través de un video, Seba abrió la propuesta con ‘Mi regreso’ (Letra: Yupanqui. Música: Oscar Valles) y ‘La añera’ (Música: Mario Nabor Córdoba. Letra: Yupanqui).
Luego, Seba invitó a ‘Chiqui’ Chávez (flauta) y a la cantora María Alzueta para que interprete ‘La pastorcita perdida’ (Yupanqui) y ‘Los ejes de mi carreta’.
A continuación, Rafa Doorish abordó ‘La guitarra’ (Letra: Yupanqui. Música: León Gieco), y luego Raúl Chillón interpretó una sentida versión de ‘El alazán’ (Yupanqui), dedicado a su padre, acompañado de su bombo, y con su guitarra hizo ‘El arriero’, dedicada a su madre. Acerca de esta zamba, dicen los historiadores que don Ata estaba en una estancia de Anta, Salta, cuando pasó Antonio Fernández arriando vacas, y a la pregunta de cómo andaba, Fernández contestó: “Y aquí me ve: ajenas vacas arriando y ajenas culpas pagando”. Dos o tres meses después nacería ‘El arriero’.
La dupla Sandra Santos y Tin de Azevedo le sacaron lustre a ‘Chacarera de las piedras’ (letra: Yupanqui. Música: Pablo de Cerro Antonieta Paula Pepín Fitzpatrick), y ‘Piedra y camino’, zamba que Yupanqui compuso y grabó en 1943 y que se transformó en un clásico. Escribió Sergio Pujol en su libro Canciones argentinas 1910-2010): “Si el repertorio que hasta entonces conocían los folcloristas contenía un tipo de zamba señorial y de sabor hispano, a partir de la invención yupanquiana había entrado a escena otra forma de armonización y de melodía, así como una poesía capaz de dar cuenta de la problemática real del hombre de campo”.
El tributo a Yupanqui continuó con Hernán Moura, que ofició también de sonidista, interpretando ‘Zamba perdida’ (Yupanqui) y ‘Guitarra, dímelo tu’ (letra: Yupanqui. Música: Pablo de Cerro); Maia Acosta al piano cantó ‘Los hermanos’ (letra: Yupanqui. Música: Pablo de Cerro), y con Seba Cayre en guitarra, Maia, ‘La arribeña’ (Yupanqui).
Hernán Caraballo en solitario abordó ‘Romance de la luna tucumana’ (letra: Yupanqui. Música: Pedro Aznar), y con Raúl Chillón (bombo) y Diego Peris (violín), la hermosa ‘Zamba del grillo’ (Yupanqui).
Diego Peris (guitarra y voz) y Jorge Godoy (guitarra eléctrica) dibujaron un paisaje eléctrico para desarrollar ‘Vientito del Tucumán’ (Letra: Yupanqui. Música: Arnedo-Mollo-Araujo), y ‘Duerme negrito’, cuyo título original es ‘Drume negrita’, con la autoría hay algunas disidencias, la corriente oficial dicen que el autor es el pianista y compositor cubano, Eliseo Grenet Sánchez, pero hay otras fuentes que aseguran que fue su hermano, Ernesto Grenet Sánchez, el que compuso la canción.
El recital culminó con Seba, Chiqui, María, Rafa, Raúl, Sandra, Tin, los dos Hernán, Maia, Diego, Jorge y el público, cantando en cofradía ‘Luna tucumana’, una de las zambas iniciáticas de Yupanqui.
Escribió Sergio Pujol en su libro Canciones argentinas 1910-2010: “Cuando en 1969 los norteamericanos llegaron a la luna, Yupanqui platicó sobre el tema frente a las cámaras de la televisión francesa. Entonces se le preguntó si la proeza de la ciencia moderna podía restarle le magia a nuestro satélite. Yupanqui dijo que no, que siempre habría dos lunas: la de la astronomía, finalmente pisada por el hombre, y la del folclore y los mitos, esa que oficia de oráculo y que guía al poeta en las cerrazones. Esa misma luna supo orientar a los indios en tiempos de siembra, de reflujo de mareas, de castración de potros. Y para nosotros, argentinos de ciudad, esa luna mítica nunca dejará de ser una luna tucumana”.
Estoy seguro que desde algún pago celestial Don Ata habrá bendecido la iniciativa de Seba Cayre y de Viviana Exertier, y también a este grupo de musicazas y musicazos que brindaron un emotivo recital, digno de ser repetido.